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  • Foto del escritorCHA.MULTI

Esta herida voraz está al asecho y se filtra por esos medios sin piedad. Al otro lado del espejo y del teléfono se anuncian mundos de juicio, de dolor de miradas de mundos tóxicos, irreales, que no permiten a la carne vivir, respirar, tocar, oler lo que hay de verdad a mi alrededor. Esos medios no me sanan, me trasladan a otro mundo donde soy mi más vil verdugo. Y el reloj es solo un recordatorio de los tiempos de otros, de los mandatos, de lo que dicta éste sistema cruel y ladrón violento de identidades, de diversidad, de libertad que nos masifica y nos hace olvidar o reprimir nuestro ser más genuino.

Quiero respirar mi dolor, transitarlo sin miradas ajenas irrelevantes que puedan contaminarlo o retrasarlo, canalizándolo fuera de su cauce natural, sano.

Así como la alegría solo es compartida, el dolor solo es en soledad. Su plenitud depende de escapar de los ojos que no son su dueño.

Mi espalda descansa sabiendo que ésta paz algún día puede ir de adentro hacia afuera y no a la inversa.

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  • Foto del escritorCHA.MULTI

Me conmueven esas plantas a contraluz del cielo púrpura, solo desde éste ángulo se ven así, estoicas pero disfrutando de estar, de percibir, de respirar, de que el viento las haga bailar suavemente. Solo están, sin miedos ni preocupaciones, solo reaccionan impulsivas a lo que el mundo les da, asuntos inevitables. Se entregan a ser pase lo que pase, sea como sea todo a su alrededor. Las envidio, las admiro, las amo, quiero ser ellas aunque sea un ratito cada día, percibiendo y nutriéndome de todo, sin cuestionar, ni opinar, ni juzgar, ni enojarme, ni gritar para que me vean. Fluir genuina, libre, sin la cronología del reloj, con la pureza de sentir, sin lo dañino de pensar.

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  • Foto del escritorCHA.MULTI

Ayer soñé con mi tío Héctor, que se fue de éste mundo hace un año aproximadamente. Había dejado de fumar, y estaba más saludable que última vez que lo vi. Se salvaba, el médico le había dado un ultimátum, lo escuchó y cambió sus hábitos más insalubres. Eso me dejó pensando en los infinitos caminos posibles que no tomamos, en lo que puede ser y lo que no, en base a nuestras pequeñas decisiones que ni notamos, que ni percibimos, que no somos ni remotamente consientes. Y sin embargo hay otras pequeñeces que no representan nada en nuestra vida y le damos el “escenario principal”, las convertimos en protagonistas absolutas. Un día nos despertamos sin saber cómo llegamos ahí y culpamos a la mala suerte, a la falta de opciones, pero en el fondo sabemos que esos rumbos posibles siempre estuvieron abiertos y fuimos únicamente nosotros quienes elegimos. No somos culpables, porque todo pasa por algo y algún camino hay que tomar e inevitablemente descartar los demás, y todos tienen su lado oscuro. No somos culpables pero sí responsables y conductores de nuestras rutas, que en algunos casos pudieron ser mejores, en otros peores, pero siempre nuestras, siempre genuinas, únicas. Acá estamos, porque acá llegamos a costa de nuestra identidad que no se equivoca, simplemente es.

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